Frases del Papa Francisco

Papa Francisco (1936 ) es el actual líder de la Iglesia Católica y el primer pontífice de origen latinoamericano.
Nació en Buenos Aires, Argentina, y antes de su elección como Papa en 2013, fue conocido como el cardenal Jorge Mario Bergoglio.
A lo largo de su pontificado, ha impulsado una visión de Iglesia cercana a los pobres, el diálogo interreligioso y el cuidado del medio ambiente, destacando su encíclica Laudato Si'.
Con un estilo humilde y directo, ha promovido la misericordia, la inclusión y la reforma eclesial.
La esperanza nos invita a reconocer que siempre hay una salida, que siempre podemos cambiar de rumbo, que siempre podemos hacer algo para resolver los problemas.
Te dejamos una selección de frases del "Papa Francisco", para reflexionar o dedicar:
Laudato si’, mi’ Signore – Alabado seas, mi Señor, cantaba san Francisco de Asís, es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad.
El Creador no nos abandona, nunca dio marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado.
Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en el sufrimiento de los excluidos.
La fe no es un refugio para gente sin coraje, sino una expansión de la vida.
No tengan miedo de soñar en grande. Dios nos quiere con un corazón valiente y dispuesto a amar sin medida.
La misericordia es el verdadero rostro del amor. Amar es más fuerte que el odio, y la verdad brilla más que la oscuridad.
La exclusión social, la violencia, el narcotráfico y el consumo creciente de drogas entre los más jóvenes son signos que muestran que el crecimiento de los últimos dos siglos no ha significado un verdadero progreso.
Cada persona tiene un valor infinito, más allá de sus éxitos o fracasos. Dios nos ama como somos.
Muchos profesionales de los medios de comunicación están ubicados en áreas urbanas aisladas, sin tomar contacto directo con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría.
En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad.
La tierra del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso.
Siempre hay posibilidad de cambio, estamos a tiempo de reaccionar y transformar, modificar y cambiar, convertir lo que nos está destruyendo como pueblo, lo que nos está degradando como humanidad.
La escuela de la oración es la escuela de la vida y en la escuela de la vida es donde vamos haciendo la escuela de la oración.
Son las lágrimas las que pueden darle paso a la transformación, son las lágrimas las que pueden ablandar el corazón, son las lágrimas las que pueden purificar la mirada y ayudar a ver el círculo de pecado en que muchas veces se está sumergido.
¿Cuál puede ser una de las tentaciones que nos pueden asediar? ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que brota no sólo de contemplar la realidad sino de caminarla? Creo que la podríamos resumir con una sola palabra: resignación.
A rezar se aprende, como aprendemos a caminar, a hablar, a escuchar.
Es tiempo de conversión, es tiempo de salvación, es tiempo de misericordia.
Nuestro Padre Dios no sabe hacer otra cosa que querernos y echarnos ganas, y empujarnos, y llevarnos adelante, no sabe hacer otra cosa, porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia.
Con sus vidas son profetas de la misericordia, son el corazón comprensivo y los pies acompañantes de la Iglesia que abre sus brazos y sostiene.
Dios les pide tener una mirada capaz de interceptar la pregunta que grita en el corazón de vuestra gente.
Este tiempo de cuaresma es un buen momento para recuperar la alegría y la esperanza que hace sentirnos hijos amados del Padre.
Nos hemos olvidado de concentrarnos en lo que realmente debe ser nuestra verdadera preocupación: la vida de las personas; sus vidas, las de sus familias, la de aquellos que también han sufrido a causa de este círculo de violencia.
Qué bien nos hace apelar en los momentos de tentación a nuestra memoria. Cuánto nos ayuda el mirar la madera de la que fuimos hechos. No todo ha comenzado con nosotros, y tampoco todo terminará con nosotros.
Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando a la familia, soñando, construyendo una vida que tenga sabor a hogar y a familia.
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.
El corazón es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular.
La pura apariencia, el disimulo y el engaño dañan y pervierten el corazón.
Más allá de tantos intentos por mostrar o expresar algo que no somos, en el corazón se juega todo, allí no cuenta lo que uno muestra por fuera y los ocultamientos, allí somos nosotros mismos.
En este mundo líquido es necesario hablar nuevamente del corazón, apuntar hacia allí donde cada persona, de toda clase y condición, hace su síntesis.
Si el corazón está devaluado también se devalúa lo que significa hablar desde el corazón, actuar con corazón, madurar y cuidar el corazón.
Cuando no se aprecia lo específico del corazón perdemos las respuestas que la sola inteligencia no puede dar, perdemos el encuentro con los demás, perdemos la poesía.
Y nos perdemos la historia y nuestras historias, porque la verdadera aventura personal es la que se construye desde el corazón. Al final de la vida contará sólo eso.
Hay que afirmar que tenemos corazón, que nuestro corazón coexiste con los otros corazones que le ayudan a ser un tú.
Necesitamos que todas las acciones se pongan bajo el dominio político del corazón, que la agresividad y los deseos obsesivos se aquieten en el bien mayor que el corazón les ofrece.
Que la inteligencia y la voluntad se pongan también a su servicio sintiendo y gustando las verdades más que queriendo dominarlas como suelen hacer algunas ciencias.
No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza en los demás, nunca resignémonos, no renunciemos a nuestros sueños.
En la Iglesia, ninguno sobra. Ninguno está de más. Hay espacio para todos. Así como somos. Todos.
Dios es fiel y nunca nos abandona. Cuando le damos la espalda, Él permanece con nosotros.
La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual.
La caridad no es sólo dar una limosna para tranquilizar la conciencia, sino el compromiso personal con el sufrimiento del otro.
El verdadero poder es el servicio. Hay que cuidar a la gente, especialmente a los más pobres, a los más débiles y a los más pequeños.
Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.
A veces perdemos el rumbo buscando la felicidad en cosas materiales, cuando en realidad está en el amor y la compasión.
No seamos cristianos de salón, aquellos que hablan de fe pero no la ponen en práctica.
La esperanza nos invita a reconocer que siempre hay una salida, que siempre podemos cambiar de rumbo, que siempre podemos hacer algo para resolver los problemas.
La paz no se obtiene con la guerra, sino con el diálogo, la comprensión y la reconciliación.
Los jóvenes no son el futuro, son el presente de la sociedad. Debemos escucharlos y darles espacio.
La familia es la base de la sociedad. Es en ella donde aprendemos el amor, el respeto y la solidaridad.
Es imposible amar a Dios sin amar al prójimo. La fe sin obras es una fe muerta.
Sean mensajeros de la alegría y la esperanza en un mundo que a veces parece oscuro y sin rumbo.
Construyamos puentes en lugar de muros. El amor y el diálogo son la clave para la paz.
No basta con escuchar el Evangelio, hay que ponerlo en práctica con obras de amor y justicia.
La indiferencia es un virus peligroso, nos vuelve insensibles al sufrimiento de los demás.
Un cristiano sin alegría es como un río sin agua. La fe debe reflejarse en una vida llena de amor y esperanza.
Cuando nos dejamos amar por Dios, encontramos la verdadera libertad y el propósito de nuestra vida.
¿Cuál es tu frase favorita del Papa Francisco? Déjanos tu comentario.
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